FEMINISMO Y FEMINEIDAD (página de Eva)
>> lunes, 9 de noviembre de 2009
En México, en tiempos del virreinato, el lugar de la mujer en la sociedad, era dentro de su casa o dentro de un convento. Las órdenes religiosas estaban llenas de monjas sin vocación, mujeres despechadas, mujeres cuyos padres las metían al convento para tenerlas resguardadas de la maldad del mundo, mujeres para quienes el matrimonio se veía como algo imposible, etc. Una mujer sola no podía hacer nada, primero dependía de sus padres, ya mujer, debía tener a un hombre de quien depender. La mujeres solas se iban al convento sin más opciones. Las mujeres no podían presentarse en lugares públicos ni participar con sus opiniones, las mujeres no podían tener opinión y si la tenían, no era tomada en cuenta. Tampoco podían participar en el futuro de su país, al no contar con derecho a voto. Tampoco se les permitía tomar decisiones importantes. Y lo que era peor, no tenían oportunidad de instruírse, pues se consideraba impropio e inútil que una mujer estudiara si lo único que debía hacer en la vida era tener hijos y ocuparse de su casa y para eso no era necesario estudiar. A la mujer se le consideraba inferior en muchos sentidos.
El feminismo en México tuvo como entusiasta precursora a sor Juana Inés de la Cruz. Ella aprovechaba su obra poética para lanzar críticas a la sociedad de su época. Luchaba por conseguir que se les diera a las mujeres la oportunidad de estudiar. Es increíble, pero el Código Civil de 1884 declaraba que las mujeres eran "imbéciles por razones de su sexo" y por lo tanto no les era permitido realizar ninguna transacción relacionada con sus propiedades, sin el permiso de su marido. En el año 1908, dos valientes mujeres, Dolores Correa y Columba Rivera, fundaron una revista llamada "Mujer mexicana", en cuyo contenido se manifestaba el descontento por la desigualdad y se buscaba la participación activa de la mujer dentro de todas las esferas de la sociedad, así como la reforma al Código Civil en cuanto lo que se refería a las mujeres.
El los tiempos de la Revolución, se hicieron famosas las "adelitas", cuya participación fue crucial como colaboradoras y compañeras de los hombres en la batalla, trabajando como enfermeras, cuidando a los niños, preparando los alimentos para la tropa, participando como informantes, etc. Sin embargo, al término de la Revolución, cuando se esperaba un reconocimiento de la valía e importancia de las mujeres, no se hicieron grandes cambios en favor de las condiciones de vida de las mujeres. Fue hasta el año 1927 que se hicieron las esperadas reformas al Código Civil, gracias a la presión del movimiento feminista yucateco. Y fue hasta la década de los cincuenta, que por fin las mujeres mexicanas obtuvieron su derecho al voto.
El feminismo auténtico no es el que busca la competencia con los hombres, ni mucho menos la superioridad sobre ellos, como muchas mujeres de estos tiempos piensan. El feminismo realmente válido es el que busca la igualdad de derechos y la justicia para la mujer. Es el que lucha contra la discriminación y el abuso. Dios le dio al hombre y a la mujer papeles diferentes, pero como seres humanos somos iguales delante de El, porque El no hace acepción de personas (Hechos 10:34, Romanos 2:11) En la actualidad hay hasta luchadoras, boxeadoras, camioneras, etc., actividades que antes solo eran realizadas por hombres. En su afán por estar a la misma altura que el hombre, algunas mujeres son capaces de dejar de lado absolutamente su femineidad. El mundo aplaude todo lo que vaya en contra de lo establecido en estos días, lo anima, lo difunde, con la ayuda del cine y la televisión, que tienen tanto poder sobre el criterio de muchas personas.
No se puede uno imaginar a Adán junto a una Eva toda musculosa y temeraria, que ante cualquier contrariedad, lo mandara a la lona. Dios otorgó a la mujer dos dones preciosos, privilegios únicos para ella: dar a luz a sus hijos y su femineidad. Pero hoy en día todo está tergiversado, mientras algunas mujeres se vuelven más masculinas, ciertos hombres se vuelven más femeninos. Mientras las mujeres se ponen guantes de box, los hombres se ponen brillo en las uñas. El mundo está al revés. No es así como Dios concibió los roles de la pareja humana. Cuando habló a Adán y a Eva después de su acto de desobediencia, a Eva le dijo: "«Multiplicaré tus dolores en el parto, y darás a luz a tus hijos con dolor. Desearás a tu marido, y él te dominará.» (Génesis 3:16 NVI) y le dijo a Adán: «Por cuanto le hiciste caso a tu mujer, y comiste del árbol del que te prohibí comer, ¡maldita será la tierra por tu culpa! Con penosos trabajos comerás de ella todos los días de tu vida. La tierra te producirá cardos y espinas, y comerás hierbas silvestres. Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste sacado. Porque polvo eres, y al polvo volverás.» (Génesis 3:17-19 NVI) Claramente se entiende que la mujer fue elegida para dar a luz a un nuevo ser, solo que a causa de su pecado, esto sería con dolor. Estaría bajo el dominio físico del hombre, pero también bajo su protección. A Adán le dejó la tarea de trabajar y esforzarse para mantenerse él y a su familia. Es obvio que la constitución y fuerza del hombre es superior a la de la mujer, pero esto no la hace inferior como persona. En estos días difíciles, también las mujeres deben ayudar a la manutención de la familia, pero esto no está reñido con su femineidad. La mujer debe conservar su femineidad aunque comparta roles con el hombre y el hombre debe conservar su masculinidad, aunque tenga que lavar platos y cuidar niños.
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