JESUS EL MESIAS

>> lunes, 9 de noviembre de 2009


Todos los cristianos evangélicos creemos que Jesús de Nazaret es el Mesías prometido, profetizado y anunciado por Dios, desde la caída de Adán y Eva, más de 4 mil años A.C. (Gn. 3:15); por los profetas, a lo largo de más de mil años que tardó en escribirse el Antiguo Testamento (Dn 9:25,26); y por los ángeles antes de su primera venida a este mundo (Mt 1:20,21; Lc 1:30,31). La temporada de Adviento (desde los cuatro domingos que preceden al festejo de la Nochebuena y hasta Navidad), es un buen tiempo para que la iglesia se goce leyendo los pasajes que profetizan, prometen, anuncian, y relatan el natalicio de Jesús, el Mesías (Mt 1 y 2; Lc 1 y 2).
La venida de Jesucristo al mundo no fue un suceso fortuito ni tampoco un acto divino planeado hace apenas dos mil años, como "otro de varios intentos" de Dios para redimir al hombre, que cayó de su gracia al pecar Adán, y que fracasó en su intento de justificarse a sí mismo, al no poder cumplir la perfecta ley de Dios y las exigencias del Antiguo Pacto. Más bien, la Biblia enseña que sabiendo Dios por presciencia, que el hombre iba a ser pecador, planeó la venida del Mesías, el Salvador, desde antes de la fundación del mundo (1ª P 1:10 al 20).
El evangelio dice que Jesús, ya resucitado, mientras caminaba con dos de sus discípulos hacia Emaús, declaró todo lo que de Él se decía en la Ley de Moisés, en los profetas y en los salmos (Lc 24: 27 y 44), y es que los que saben, han encontrado en el Antiguo Testamento, más de 100 profecías y promesas de la eventual manifestación de Jesucristo como el Mesías de Israel y el Redentor del mundo entero. Por ejemplo, en los llamados salmos mesiánicos (Sal. 1,2,8,16, 22, etc.), y en los escritos de Isaías, llamado el profeta mesiánico por excelencia, se profetizan su genealogía real, hebrea y davídica, su concepción virginal, su lugar de nacimiento (Belén), sus nombres y atributos divinos y humanos, su retorno de Egipto, y su residencia en Nazaret; sus sufrimientos, pasión, crucifixión y muerte; su victoria final sobre la muerte, y su futuro reinado sempiterno (Ga 3:16; Os 11:1; Is 7:14; 9:2 al 7; 11:1; 42: 1 al 9; 49:6,7; 50:6; 52:13 al 15; Is 53; 55:3 al 5; 60:1 al 3; 61:1; 65:9; Miqueas 5:2 y Mt 2:23).
Además, hay profecías relacionadas con su segunda venida y el establecimiento de su reino milenial en la Tierra (Is 32:1 al 4 y cap. 35). Por ello la Biblia dice que: Dios habló de Cristo, muchas veces y de muchas maneras en otros tiempos por los profetas (He 1:1).
Las adivinanzas de los pseudoprofetas que ha habido y sigue habiendo, difícilmente, después de muchos esfuerzos, se cumplen forzadamente, pero sólo las profecías bíblicas se han cumplido y siguen cumpliéndose en forma literal, exacta, y sin lugar a ambigüedades. Es en los evangelios de Mateo y Lucas, donde se describe la forma hermosa como los ángeles anunciaron que Jesús venía a este mundo como el Salvador, la Luz del Mundo, y el Verbo e Hijo de Dios. Quedaron registradas la anunciación a Zacarías, el padre de Juan el Bautista, a José y a María (el padre legal y la madre biológica de Jesús), a los pastores el día de la Navidad, y a los magos y hombres sabios de oriente, que vinieron tiempo después, a su casa en Belén, para visitarle, darle presentes y rendirle honores, reconociéndolo como el verdadero Rey de Israel (Lc 1:13 al 17, 26 al 38, 67 y 76 al 79; Lc 2: 1 al 20 y Mt 1:18 al 25). Aún en nuestros tiempos, los hombres realmente sabios siguen buscando a Jesús para rendirle honores y reconocerlo como su Rey, Señor y Salvador. Por eso, la época de Adviento y Navidad debe ser un tiempo de renovado esfuerzo, por parte de todos los cristianos, para anunciar a todo el mundo, que Jesucristo ha venido a buscar y a salvar a los pecadores y a anunciar el año agradable del Señor, ofreciendo vida abundante en la Tierra y vida eterna en los cielos a todo aquel que cree, acepta, recibe y confiesa a Jesús el Mesías, como su único y suficiente Salvador (Jn 3:16 al 18 y 10:10; Lc 4:18,19 y 19:10; Ro 10:8 al 13). Dios quiera que muchos lleguen a experimentar, en esta época, la milagrosa y bendita experiencia de la salvación. ¿Usted ya le recibió y confesó como su Mesías Redentor? Dios quiera que sí. Cantemos hoy con todos los ángeles: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres! (Lc 2:14). AMEN.

Dr. Ernesto Contreras
Pastor




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