UN HOMBRE DE EXITO

>> miércoles, 12 de mayo de 2010

Para el mundo, un hombre exitoso es aquel que ha sabido hacer mucho dinero. El éxito para el mundo significa: dinero, posesiones, lujos. Para el mundo, las personas valen por lo que tienen y no por lo que son. Dicen que el dinero lo compra todo y que todos tenemos un precio. Pero para Dios, el hombre no vale por lo que tiene, para El no tiene ninguna importancia el éxito terrenal de un hombre, ni la buena posición económica que haya alcanzado.

Los títulos profesionales antepuestos al nombre de las personas, que en el mundo hacen subir de categoría, tampoco tienen importancia para Dios, eso no significa nada delante de El. Dios ve los corazones, no los títulos profesionales ni los bolsillos de la gente. Por eso, lo que logremos en la vida, los bienes que adquiramos, los éxitos profesionales, el fruto de nuestro trabajo, aquí se quedarán cuando dejemos este mundo. No nos servirá nada de eso al presentarnos ante Dios. Pero lo que sí nos servirá es el fruto de nuestro trabajo para el Señor. El trabajo mejor remunerado es el trabajo para el Señor, porque sus ganancias son eternas.

No necesitas un curriculum para trabajar para el Señor, tampoco una carta de recomendación, ni presentarte a recursos humanos, ni formarte en una larga fila de aspirantes, ni hacer un examen de aptitud. Todo lo que necesitas es un corazón dispuesto. Tendrás el mejor patrón, el más justo, el más comprensivo, el más generoso. No tendrás temor a que te echen de ese trabajo, porque a todo el que va a El, El no lo echa fuera. Le podrás contar tus problemas y te brindará su ayuda incondicionalmente. Nada es imposible para El, así que no importa por las circunstancias que estuvieses pasando. Tampoco estarás condicionado a causa de tu edad, no hay límite de edad para trabajar para el Señor, nadie es demasiado joven ni demasiado viejo para ese trabajo.

Si trabajas para el Señor, obtendrás la mejor paga, un verdadero tesoro que no depositarás en el banco, sino que quedará depositado en tu cuenta en el cielo por toda la eternidad. Tus ganancias no serán en monedas ni billetes, sino en paz y gozo. No estarás limitado a un sueldo fijo, tú eliges cuánto quieres ganar. Y también eliges el área en la que quieres trabajar, de acuerdo a los talentos y habilidades que Dios te dio, los cuales te serán tomados en cuenta. No tendrás que trabajar en lo que no te guste, solo por necesidad. Tendrás grandes prestaciones. ¿No te parece que son extraordinarias ventajas? ¿Qué trabajo terrenal te ofrece todo esto?

 

Trabaja para el Señor y serás un verdadero hombre de éxito, porque el éxito que puedas alcanzar en este mundo, se esfumará, pues todo lo terrenal tiene fin. Pero tu trabajo para el Señor, aun después de tu retiro, te seguirá dando ganancias y una jubilación ¡fuera de este mundo!

"No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón".

Mateo 6: 19-21 NVI

Angélica García Sch.


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