2010, UN AÑO PARA MARCAR LA DIFERENCIA

>> lunes, 18 de enero de 2010

Por la misericordia del Señor hemos visto el inicio de un nuevo año y de una nueva década. La prensa y no pocos analistas, empiezan a llamar a la década que acabamos de terminar (¿La de los 00?) como una década perdida. Los parámetros para llegar a esa conclusión son puramente socioeconómicos, y bien podríamos decir que son más económicos que socio (sociales). Se habla de una economía en retroceso, de empleos perdidos, de disminución de la producción, etc. Pero, ¿Debería evaluarse una década sólo por estos criterios? ¿Qué de la vida espiritual? ¿Qué de la vida familiar? ¿Qué de la moral y los valores de la sociedad? Mucho me temo que en estas áreas, más importantes que la económica, la pérdida ha sido peor. La perspectiva que da el tiempo, nos indicará si hubo avance o retroceso en la vida espiritual en nuestro país. Yo aventuro una hipótesis: La década de los 90´s vivió un despertar espiritual, especialmente al acercarse el final del siglo. Las iglesias estaban abarrotadas el último día de diciembre de 1999, día singular en que terminaba una década, un siglo y un milenio. La idea de que el mundo se acabaría al llegar el año 2000 llevó a la iglesia a gente que jamás se había interesado en ella. Pero, llegó el año temido y el mundo no se acabó y el fervor religioso (si, dije religioso, no dije espiritual) de muchos se acabó. Parece ser que después del 2000 la gente tomó una actitud como esta: “Si el mundo no se va a acabar, pues a disfrutar”. Y ha sido en estos años en que la drogadicción, la inmoralidad y la violencia se han adueñado del escenario y no parece que tengan la menor intención de dejarlo. ¿Qué puede hacer la iglesia cristiana en condiciones tan adversas? ¡Mucho! Es ahora cuando tenemos más trabajo. No olvidemos que cuando el pecado abunda, sobreabunda la gracia de Dios. Los sustitutos que Satanás ofrece no pueden dar la felicidad que el hombre busca. Nuestra generación se hartará de droga, de sexismo, de violencia y quedará vacía de nuevo. Ese vacío solo Jesús lo puede llenar. Creo que en esta década que inicia, multitudes hastiados de mundanalidad buscarán algo más, algo que dé sentido a sus vidas. Jesús estará esperando con sus brazos abiertos a esta generación perdida. ¿De la misma forma los recibirá la iglesia? Este año 2010, marquemos una diferencia eterna en las vidas de muchas almas. Que ésta no sea una década perdida, sino una década de cosecha, de avance y de victoria.

Pbro. Jonás Álvarez A.
5 de Enero de 2009

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