¿COMO TE HA IDO?

>> sábado, 16 de enero de 2010


En una calle concurrida, un hombre se encontró con un viejo conocido al que no había visto en varios meses. Se detuvieron un momento junto a una tienda para saludarse y hablar un poco.
- ¡Qué gusto de verte, hombre!
- El gusto es mío, ¿qué te habías hecho?
- No, pues me fui unos meses a Estados Unidos, pero no me fue muy bien...¿y a ti cómo te ha ido?
- Bien, me ha ido bien gracias a Dios...
- Mira, yo ando realmente mal, préstame unos doscientos pesos ¿no?
- Lo siento... no puedo... es que no tengo ahorita...
- ¿No que te está yendo bien?
- Me refería a que tengo buena salud, vivo tranquilo, mi familia me quiere... ¿eso no quiere decir que me está yendo bien?
- Ah no, pues sí, pero yo pensaba en tu situación económica...

¿Por qué cuando decimos que a alguien le ha ido bien, lo asociamos siempre a una buena situación financiera? ¿Acaso una persona que sufre de gastritis, vive en constante estado de ansiedad y su familia lo aborrece, pero... tiene muchísimo dinero, le está yendo bien solo por esto último? ¡El dinero no puede ser el eje del bienestar del hombre!.
En estos últimos tiempos se ha acentuado peligrosamente la adicción al dinero y ésta es la única adicción en la que, inclusive los que no tienen dinero, son adictos a él. Todo gira en torno al dinero, se tenga o no se tenga. Cuando una persona ve algo que le gusta en una tienda, lo primero que quiere saber es cuánto cuesta y pregunta temiendo escuchar la respuesta, porque no vaya a ser que sea muy caro y nunca pueda adquirirlo y tendrá que salir frustrada de esa tienda. Algunas personas salen solo frustradas de la tienda, pero otras salen con una fijación: "conseguiré eso a como dé lugar" y allí comienza una batalla matemática de cuentas y más cuentas, en las que el resultado nunca es favorable, entonces recurre al placebo más socorrido y popular: el crédito... y se endeuda y termina pagando el doble del valor del artículo.
El dinero es indispensable para vivir, todo cuesta dinero, las casas, la comida, los autos, la educación de los hijos, los servicios de luz, gas, agua, cable, internet, teléfono, etc. etc. ¡Todo se consigue con dinero! Tengo una amiga que cuando le cortan el teléfono me dice: "¡Ay mira qué delicados, me cortaron el servicio solo porque no pagué!" Otros dicen: "Me cortaron la luz por exceso de pago" y así se inventan frases para tomar las cosas por el lado amable, porque cuando se trata de dinero que hay que pagar, todos nos ponemos algo tristes, pero cuando recibimos dinero, esbozamos una sonrisita de satisfacción, que a veces disimulamos para no parecer que le damos demasiada importancia al dinero; lo tomamos aparentando indiferencia, pero apretándolo muy bien en nuestra mano.
¿Qué haríamos si un día vamos por la calle y nos encontramos con un fajo de billetes de alta denominación?. No hay nadie cerca a quien preguntar, ninguna pista para saber a quién pertenece ese dinero... ¿Entregarlo a la policía?... "Se van a quedar con el dinero" pensamos inmediatamente. Ni modo de poner un aviso en el periódico...seguimos pensando... ¡Esto viene del Señor que sabe la necesidad que estoy pasando!... nos justificamos porque ya estamos pensando en quedárnoslo... En eso, pasa otro que no se toma tiempo para meditar, lo recoge y se va.
Admitamos que el dinero no le es indiferente a nadie, ni a los cristianos, pero eso sí, nosotros no debemos amar el dinero como el mundo lo ama. El amor al dinero es la causa de muchos crímenes e injusticias, ¿cómo vamos a amar algo así? Tenemos que aceptar que el dinero es necesario para vivir, pero no hacernos sus fans. Sabemos que es algo tan efímero, que llegamos sin dinero a este mundo y nos iremos también sin él, ni ninguna otra cosa material. Así que cuando nos pregunten cómo nos va, si tenemos primeramente a Jesús en nuestro corazón, si tenemos buena salud, si tenemos una familia que amamos y nos ama, aunque tengamos los bolsillos vacíos, debemos responder: ¡Me ha ido bien! Por que eso es lo que vale realmente en esta vida.

Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores. 1 Timoteo 6:10 NVI

Angélica García Sch.

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