FENG SHUI VS. DIOS

>> viernes, 12 de marzo de 2010


"Hay caminos que al hombre le parecen rectos, pero que acaban por ser caminos de muerte". Proverbios 14:12 (NVI)

Nunca como hasta ahora, la población occidental, había mostrado tanto interés por las filosofías orientales. Con la "Nueva Era", se han puesto de moda gran cantidad de creencias y supercherías, provenientes de oriente, especialmente de China. Una de estas filosofías de moda es la del Feng Shui, hay programas de televisión, libros, páginas de internet, etc. que promueven esta creencia y ganan adeptos día a día. Para los chinos, Feng Shui significa viento y agua, que dicen, son los dos elementos imprescindibles para la vida. Básicamente, el Feng Shui es una técnica que se aplica a construcciones hechas por la mano del hombre, con el fin de buscar la armonía, aprovechando las fuerzas positivas de la energía vital o "impulso de existencia", a lo que denominan "Chi". Esta creencia admite que existe una fuerza que mantiene al universo en movimiento y esta fuerza es el "Chi", que también está contenida dentro de los espacios habitados por el hombre, ya sea su hogar, su lugar de trabajo o áreas públicas. Es muy importante para ellos, colocar los muebles y objetos de sus casas en el lugar exacto, tal como lo indica el Feng Shui, para conseguir armonía, paz, buena suerte y energía positiva. Igualmente hacen con la ubicación de puertas y ventanas y la distribución de las habitaciones en sus casas.
Existe una tradición china, llamada "La gran limpieza anual" o la "Acción de limpieza de primavera", para terminar un año y comenzar otro, con frescas y nuevas energías. El día de "La gran limpieza" es un día que sirve para conservar la buena suerte, desechar la mala suerte e invitar a una nueva oportunidad para el año que comienza. Creen que quienes no realizan la limpieza en sus casas, todos sus habitantes sufrirán de desórdenes emocionales y desánimo durante todo ese año. Existen reglas para barrer las casas, según haya estado el año para cada quien, por ejemplo, si se disfrutó de un buen año, debe empezar a barrer desde la puerta de entrada hacia el interior, para mantener la energía positiva que se tuvo ese año. También existe un calendario, unas fechas específicas, las adecuadas para hacer la gran limpieza. Todo esto forma parte del Feng Shui. La preocupación y búsqueda de los chinos de la buena suerte, la cual notamos también en sus famosas galletas, nos muestra su ausencia de Dios, lo que les obliga a buscar el bien en otras cosas. Lo lamentable es que mucha gente de países en donde se supone se cree en Dios como Creador del universo, también está cayendo en estas falsas creencias, lo que quiere decir que viven tan alejadas de Dios, que necesitan, al igual que los chinos que no lo conocen, buscar alivio a sus necesidades espirituales en creencias inventadas por el hombre. Felizmente el cristianismo ha ido en aumento en China, pero a la vez e irónicamente, filosofías chinas paganas están inundando occidente. ¿Cómo se explica esto? Ya sabemos que hay un enemigo de Dios que trabaja incansablemente, que es vengativo, astuto y perverso. No puede permitir que se le vayan los que ya creía suyos, así que tiene que trabajar para reemplazarlos.
Dios puso dentro de cada ser humano una necesidad, un anhelo enlazado con su espíritu. La necesidad de creer en algo más allá de lo palpable, la necesidad de creer en un ser superior. Algunos que no quieren reconocer el poder y el gobierno de Dios, le llaman fuerza o energía, que rige el universo.
Los que creemos en un Dios soberano, dueño del universo, sabemos que con El tenemos todo lo que los demás buscan incansablemente. No necesitamos hacer la "gran limpieza" de nuestras casas para tener buena suerte. Jesucristo, el Hijo de Dios nos lavó con su sangre preciosa, una vez y para siempre, ¡para vida eterna! No necesitamos colocar nuestros muebles y objetos en un lugar determinado en nuestras casas, para recibir "buenas energías", porque Dios, nuestro Hacedor, vive en nuestros hogares, prodigando Su bondad y misericordia día a día. No necesitamos recurrir a horóscopos (aparte de que la astrología es abominación para Dios) ni a predicciones hechas por otros seres humanos, limitados y propensos a equivocarse, porque tenemos la veracidad de las profecías bíblicas y tenemos amparo bajo las alas del omnipotente, ante cualquier eventualidad. No necesitamos nada de lo que nos ofrece filosofía alguna, porque en El lo tenemos todo.
Ni las religiones ni las filosofías ni creencia alguna, dan la salvación al ser humano. Tampoco poner cada una de nuestras posesiones en el lugar indicado, ni hacer limpieza general, nos la va a dar. Nada de lo que podamos hacer nosotros, como seres humanos, ningún esfuerzo, ningún cliché a seguir, ni ritual alguno, nos va a dar la vida eterna. La salvación es lo más importante a lo que tenemos que aspirar en este mundo, porque nuestro paso por él, es pasajero, pero lo que viene después, será por la eternidad. Nosotros somos libres de elegir dónde queremos pasar la eternidad, pero sería muy insensato no elegir el cielo y solo hay un camino para llegar a El: Jesucristo.
Jesucristo pagó un precio muy alto para que nosotros, pecadores, podamos ir al cielo, seguir creencias ajenas a El, es darle la espalda, es despreciar ese valiosísimo regalo que nos dio. No nos dejemos engañar por falsas filosofías, así nos pinten un mundo maravilloso de paz y armonía. Sabemos que la paz verdadera, esa paz que no recibimos como el mundo la da, solo viene de El. Es esa paz y esa armonía que durarán por la eternidad. No pongamos nuestra fe en lo que está de moda. Pongamos nuestra fe en el Eterno, en el que siempre está vigente, El es verdaderamente fiel y nunca nos abandona... no lo abandonemos a El por creencias de moda, la moda cambia, pero El nunca cambia. No faltemos al primer mandamiento, no tengamos dioses ajenos. Nadie nos podría amar como El.

"Cuídense de que nadie los cautive con la vana y engañosa filosofía que sigue tradiciones humanas, la que va de acuerdo con los principios de este mundo y no conforme a Cristo". Colosenses 2:8 (NVI)
Angélica García Sch.

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