Página de Eva: "MI REINA"
>> lunes, 26 de julio de 2010
Sonia y Vicky se reunieron para tomar un café. Sonia se notaba pensativa...
- ¿Qué te pasa amiga?, te noto triste... -dijo Vicky.
- Ay amiga, no soy feliz, me siento sola - respondió Sonia.
- Pero si tienes una preciosa familia, unos hijos hermosos e inteligentes, un esposo que te quiere mucho...
- Tienes razón en la primera parte, pero no en la última... Andrés es el problema, no siento que me ame realmente.
- ¿Pero cómo no? ¡Si te trae mi reina para acá, mi reina para allá!
- Sí, me dice "mi reina", ¡pero me trata como esclava!
- ¿Pero cómo? ¿Por qué dices eso?
- Solo me quiere para su servicio. Mi reina, pásame esto, mi reina, pásame aquello, mi reina, plánchame esta camisa, mi reina, se me antojan unos tamales, prepáramelos (a la hora que sea) Me tengo que parar como diez veces de la mesa cuando comemos, porque pide una cosa y otra, hasta parece que lo hace a propósito. No tiene consideración alguna, él sabe que yo también trabajo y llego cansada y lo peor es que los niños hacen lo mismo, parece que soy la sirvienta de todos ¡estoy harta! ¡Ni un vaso de agua son capaces de servirse solos!
- Ay amiga, ¿no será que tú misma los mal acostumbraste?
- ¿Yo?
- Sí, los acostumbraste a que tú les hagas todo. ¡Los hiciste inútiles!
- La verdad no había pensado en eso. Es cierto que desde un principio, cuando Andrés necesitaba algo, yo corría a traérselo, y sí, tienes razón, lo acostumbré así, pero para que viera lo atenta que soy, no para que me trajera de su esclava... Ahora no sé qué hacer.
- Solo habla con él y con los niños, por separado. Primero con tu marido, ¡que predique con el ejemplo! Si te dice "mi reina", que te trate como tal.
- Bueno, yo tampoco quiero que me sirva él...
- No, no se trata de eso, simplemente que compartan labores, o al menos que si quiere un vaso de agua, se lo provea él mismo, ¡no va a pasar nada! Puede que sea difícil al principio, porque ya está acostumbrado a que tú le lleves todo a domicilio, pero poco a poco.
- ¿Y cómo se lo diré? ¡Andrés, desde ahora en adelante, ya no seré tu esclava!, así le voy a decir.
- No, no de esa manera. Así parece que estuvieras buscando pleito. Hazlo de manera tranquila, no como un reproche, sino como proponiendo un acuerdo. Dile que te sientes cansada, que tienes mucho quehacer y que hay cosas que puede hacer él mismo, como ir por un vaso de agua y otras cosas. Ya verás que comprenderá, porque Andrés no es un machista, solo está mal acostumbrado y tú has tenido la culpa, amiga.
- Tienes razón, quizá ni él mismo se da cuenta de lo fastidioso que es. Voy a seguir tu consejo.
- Y a los niños, comienza a enseñarles a hacer sus propias cosas, a recoger su cuarto, a limpiarlo, incluso a lavarse su ropa, nada les cuesta meterla a la lavadora, eso lo pueden hacer ellos, no son unos bebés. También enséñales a planchar y a hacer algunas cositas en la cocina, ya están grandecitos para poder servirse su cereal, o a hacerse un licuado, cualquier cosa sencilla, como hacerse un sándwich e incluso freírse unos huevos.
- Ay amiga, pero es que no sé, son niños todavía... no me cuesta nada hacerles sus cosas...
- ¡Tienen catorce y doce años! Edad más que suficiente para que se hagan sus cosas solitos.
- Ay, pero Carlitos tiene solo doce años, ¡no lo voy a poner a que cocine, puede quemarse!
- Bueno, está bien, pero Andresito, con catorce años sí que puede hacerlo. Los niños de esa edad hoy en día ya se sienten grandes ¿no? ¡Hasta ya tienen novia desde los diez años y hasta menos! Bueno pues, si se sienten grandes para eso, que también demuestren que son grandes para hacerse sus cosas.
- Tienes razón amiga. Voy a tratar de poner en práctica todo lo que me has dicho, gracias.
Las amigas se despidieron y se fueron a sus respectivas casas. Cuando Sonia llegó a la suya, Andrés, que estaba sentado viendo la televisión, le dijo:
- ¡Ay, mi reina, qué bueno que llegas, me estoy muriendo de hambre! Prepárame un sándwich, pero tráeme primero un vasito de refresco porque también me estoy muriendo de sed.
Hay muchas esposas que se sienten como Sonia, esclavas de su marido e hijos, pero no se dan cuenta de que ellas mismas han propiciado esa situación. En estos días, en que la mayoría de las mujeres también trabajan, las labores deben ser compartidas. Es común que muchas mujeres se quejen de que llegan del trabajo cansadas y se tienen que poner a lavar, planchar, limpiar, cocinar, etc. mientras el marido se sienta a ver la televisión. Pero todo se puede solucionar comunicándose, estableciendo acuerdos para dividirse el trabajo de casa. Está muy bien que sean atentas con el marido, ¡pero él solito se puede servir un vaso de agua!
"Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras"
Hebreos 10:24
Angélica García Schneider.
- ¿Qué te pasa amiga?, te noto triste... -dijo Vicky.
- Ay amiga, no soy feliz, me siento sola - respondió Sonia.
- Pero si tienes una preciosa familia, unos hijos hermosos e inteligentes, un esposo que te quiere mucho...
- Tienes razón en la primera parte, pero no en la última... Andrés es el problema, no siento que me ame realmente.
- ¿Pero cómo no? ¡Si te trae mi reina para acá, mi reina para allá!
- Sí, me dice "mi reina", ¡pero me trata como esclava!
- ¿Pero cómo? ¿Por qué dices eso?
- Solo me quiere para su servicio. Mi reina, pásame esto, mi reina, pásame aquello, mi reina, plánchame esta camisa, mi reina, se me antojan unos tamales, prepáramelos (a la hora que sea) Me tengo que parar como diez veces de la mesa cuando comemos, porque pide una cosa y otra, hasta parece que lo hace a propósito. No tiene consideración alguna, él sabe que yo también trabajo y llego cansada y lo peor es que los niños hacen lo mismo, parece que soy la sirvienta de todos ¡estoy harta! ¡Ni un vaso de agua son capaces de servirse solos!
- Ay amiga, ¿no será que tú misma los mal acostumbraste?
- ¿Yo?
- Sí, los acostumbraste a que tú les hagas todo. ¡Los hiciste inútiles!
- La verdad no había pensado en eso. Es cierto que desde un principio, cuando Andrés necesitaba algo, yo corría a traérselo, y sí, tienes razón, lo acostumbré así, pero para que viera lo atenta que soy, no para que me trajera de su esclava... Ahora no sé qué hacer.
- Solo habla con él y con los niños, por separado. Primero con tu marido, ¡que predique con el ejemplo! Si te dice "mi reina", que te trate como tal.
- Bueno, yo tampoco quiero que me sirva él...
- No, no se trata de eso, simplemente que compartan labores, o al menos que si quiere un vaso de agua, se lo provea él mismo, ¡no va a pasar nada! Puede que sea difícil al principio, porque ya está acostumbrado a que tú le lleves todo a domicilio, pero poco a poco.
- ¿Y cómo se lo diré? ¡Andrés, desde ahora en adelante, ya no seré tu esclava!, así le voy a decir.
- No, no de esa manera. Así parece que estuvieras buscando pleito. Hazlo de manera tranquila, no como un reproche, sino como proponiendo un acuerdo. Dile que te sientes cansada, que tienes mucho quehacer y que hay cosas que puede hacer él mismo, como ir por un vaso de agua y otras cosas. Ya verás que comprenderá, porque Andrés no es un machista, solo está mal acostumbrado y tú has tenido la culpa, amiga.
- Tienes razón, quizá ni él mismo se da cuenta de lo fastidioso que es. Voy a seguir tu consejo.
- Y a los niños, comienza a enseñarles a hacer sus propias cosas, a recoger su cuarto, a limpiarlo, incluso a lavarse su ropa, nada les cuesta meterla a la lavadora, eso lo pueden hacer ellos, no son unos bebés. También enséñales a planchar y a hacer algunas cositas en la cocina, ya están grandecitos para poder servirse su cereal, o a hacerse un licuado, cualquier cosa sencilla, como hacerse un sándwich e incluso freírse unos huevos.
- Ay amiga, pero es que no sé, son niños todavía... no me cuesta nada hacerles sus cosas...
- ¡Tienen catorce y doce años! Edad más que suficiente para que se hagan sus cosas solitos.
- Ay, pero Carlitos tiene solo doce años, ¡no lo voy a poner a que cocine, puede quemarse!
- Bueno, está bien, pero Andresito, con catorce años sí que puede hacerlo. Los niños de esa edad hoy en día ya se sienten grandes ¿no? ¡Hasta ya tienen novia desde los diez años y hasta menos! Bueno pues, si se sienten grandes para eso, que también demuestren que son grandes para hacerse sus cosas.
- Tienes razón amiga. Voy a tratar de poner en práctica todo lo que me has dicho, gracias.
Las amigas se despidieron y se fueron a sus respectivas casas. Cuando Sonia llegó a la suya, Andrés, que estaba sentado viendo la televisión, le dijo:
- ¡Ay, mi reina, qué bueno que llegas, me estoy muriendo de hambre! Prepárame un sándwich, pero tráeme primero un vasito de refresco porque también me estoy muriendo de sed.
Hay muchas esposas que se sienten como Sonia, esclavas de su marido e hijos, pero no se dan cuenta de que ellas mismas han propiciado esa situación. En estos días, en que la mayoría de las mujeres también trabajan, las labores deben ser compartidas. Es común que muchas mujeres se quejen de que llegan del trabajo cansadas y se tienen que poner a lavar, planchar, limpiar, cocinar, etc. mientras el marido se sienta a ver la televisión. Pero todo se puede solucionar comunicándose, estableciendo acuerdos para dividirse el trabajo de casa. Está muy bien que sean atentas con el marido, ¡pero él solito se puede servir un vaso de agua!
"Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras"
Hebreos 10:24
Angélica García Schneider.
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