¿POR QUE EL HOMBRE ES AUTODESTRUCTIVO?
>> miércoles, 9 de septiembre de 2009
En estos días se puede decir que la información está al alcance de todos. Por ejemplo, hace unas décadas, no se tenía la información que tenemos ahora acerca del daño que causa el tabaco en el organismo. Igualmente no se tenía tanta información acerca de todo el daño que provoca el alcohol. No se tenía la cantidad de información que se tiene hoy de muchas cosas, respecto a su efecto en el ser humano. Sin embargo, a pesar de tanta información, hay mucha gente que todavía fuma y todavía bebe. ¿Por qué el hombre sigue autodestruyéndose? ¿Por qué sigue drogándose, bebiendo, fumando, comiendo en exceso, etc. si sabe que es dañino para su salud? Pablo también padecía de este mal que aqueja a la humanidad: "No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco. Ahora bien, si hago lo que no quiero, estoy de acuerdo en que la ley es buena; pero, en ese caso, ya no soy yo quien lo lleva a cabo sino el pecado que habita en mí. Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa, nada bueno habita. Aunque deseo hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo. De hecho, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. Y si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo hace sino el pecado que habita en mí" (Romanos 7:15- 20 NVI). Esa fuerza autodestructiva que hay dentro de todos nosotros se llama pecado. Nuestra naturaleza pecaminosa es nuestra principal enemiga y es más poderosa que la razón y la voluntad.
María dice: "Quiero dejar de fumar, pero no puedo". Juan dice: "Quiero dejar de beber, pero no puedo". Luis dice: "Quiero apartarme de las drogas, pero no puedo"... María, Juan y Luis saben que se están envenenando, sin embargo no pueden dejar de hacerlo, se siguen autodestruyendo. El pecado tiene dominio sobre el hombre, nubla su razón, la opaca, la minimiza. Quienes usamos computadora, sabemos que minimizar una página o una ventana, quiere decir desaparecerla momentáneamente de la vista. Esto pasa con la razón o el entendimiento humanos, se desaparecen para dejar actuar al pecado que mora en nosotros.
Los filósofos aseguran que el hombre es gobernado por la razón, si es así ¿por qué entonces hace cosas que sabe que están mal?...¿Por qué en la segunda guerra mundial, tantos miles de soldados, fueron convencidos por Adolfo Hitler para asesinar a millones de judíos? ¿Por qué casi mil personas se quitaron la vida en Guyana, inducidas por Jim Jones? Y así podríamos seguir citando casos similares, que nos muestran que la razón no gobierna al ser humano, sino que otra fuerza más poderosa lo lleva a hacer lo malo, antes que lo bueno. Una fuerza que le hace rechazar la verdad y aceptar la mentira. Satanás conoce esta debilidad del hombre, su inclinación al pecado y usa el engaño para hacerlo caer constantemente. Pero Dios, en su infinita misericordia, vino a este mundo, en forma de hombre, a liberarnos de esta fuerza que nos domina. No hay nada ni nadie que nos pueda liberar de esta fuerza autodestructiva, más que Jesucristo. ¡Jesús vino a salvarnos de nosotros mismos!
Dios ha puesto el Espíritu Santo dentro de cada persona que ha recibido a Su Hijo Jesucristo como su Salvador, para que tengamos la fuerza para vencer las tentaciones. No podemos liberarnos por nuestras propias fuerzas. Tampoco podemos ser libres de nuestra inclinación al pecado, a través de una religión, ni de un líder, ni a través de ritos, ni sacrificios ni penitencias. Si fuera así, Cristo no hubiera tenido que ser crucificado.
"Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios". Romanos 8:5-8
Angélica García Sch.
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