SEA MI BOCA LLENA DE ALABANZA

>> miércoles, 9 de septiembre de 2009



En la Biblia tenemos directrices de cómo dar la honra y gloria a Dios con actitudes, pensamientos, acciones. Y la mejor enseñanza en relación de cómo alabar en todo tiempo a Dios, la tenemos en los Salmos que en su mayoría fueron escritos por el rey David. Este rey cometió errores en su vida cuando descuidó su relación con Dios. Sin embargo cuando el profeta Natán lo reprendió, David tuvo un arrepentimiento genuino, y el resto de su vida continuó alabando a Dios en toda circunstancia, lo cual es un gran ejemplo para nosotros, porque en toda la etapa de su vida muestra un corazón agradecido, humilde y confiado en la grandeza de la misericordia y amor del Dios Altísimo.
Desde que era joven hasta que fue un anciano, el deseo de David fue de bendecir al Señor. ¨Bendeciré a Jehová en todo tiempo; su alabanza estará de continuo en mi boca¨ Sal. 34:1 . Cuando David estaba siendo atacado por sus enemigos pedía la protección divina: ¨Oh, Dios sálvame por tu nombre, y con tu poder defiéndeme ¨. Cuando se sentía desalentado escribía pidiendo la ayuda de lo alto: ¨ Sálvame oh, Dios, porque las aguas han entrado hasta el alma¨, cuando sentía gozo y veía la creación con admiración escribió: ¨Aclamad a Dios con alegría, toda la tierra. Cantad la gloria de su nombre. Poned gloria en su alabanza.¨ Y así podríamos continuar viendo muchas porciones del Libro de los Salmos, que fueron escritos por David siendo inspirado por el Espíritu Santo, con el propósito de que nosotros tuviésemos la oportunidad de leerlos y tomarlos como si fueran nuestros. El pueblo de Dios tiene mucho en común en cuanto a las experiencias que enfrentamos en la vida y así como David, enfrentamos enfermedades, tenemos enemigos porque se oponen al evangelio, luchas sobre todo contra el enemigo de nuestra alma, pero también podemos recrearnos con todo lo creado, obtener grandes éxitos, tenemos
tiempos de abundancia, hay tiempos de necesidad, hay tiempo de dolor por haber pecado contra Dios, tenemos tristezas y también grandes alegrías. Por eso este precioso libro de los Salmos, es uno de los más leídos y conocidos por el pueblo cristiano.
En el Salmo 23 encontramos la paz de la promesa, de que El Pastor de pastores está presente siempre al cuidado de sus ovejas. El Salmo 51 es una gran ayuda en la confesión y arrepentimiento genuino de pecados. En el Salmo 34 tenemos grandes promesas de bendición, pero a la vez se está requiriendo nuestra participación activa buscándole, clamando a El, confiando en El, siendo temerosos para hacer lo bueno. Cuando tenemos una gran necesidad, el Salmo 70 es de gran apoyo para presentarnos ante nuestro Protector. El Salmo 33 es un cántico de alabanza. La invitación es que agrademos al Dueño y Señor de todo. Por medio del canto en todo tiempo y circunstancia, podemos acudir a El para pedir ayuda, pero no olvidemos también elevar el canto de gratitud, de adoración, en reconocimiento a la grandeza de su Amor y misericordia que es infinita.
Al Dios inmutable y Todopoderoso sea la honra, la gloria por los los siglos, de los siglos. Amén.

Landy Q. de Ortíz

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