LOS GRANDES SALMOS DE LA BIBLIA

>> lunes, 13 de septiembre de 2010


Este es un salmo de confianza, muy útil en estos tiempos de aflicción y violencia. "Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?" David dice que Jehová es nuestra luz, ¿por qué? Porque donde está Dios no hay oscuridad, no hay temor a lo desconocido y si estuviéramos en dificultades, El nos salvará. No hay pues de qué temer, Dios es nuestra fortaleza, El es un muro alrededor nuestro, donde hay seguridad y protección. Son sus brazos de Padre amoroso que nos rodean, que forman una fortaleza, donde podemos sentirnos seguros y cuidados, sin ningún temor. Jehová es nuestra salvación de todo: de heridas, de problemas familiares, de violencia, de injusticias, de hambre, de problemas financieros, de temores... de todo.
"Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron." David nos explica que se juntaron contra él gente malvada, gente que lo angustiaba y enemigos; tres diferentes clases de personas vinieron contra David: malvados, enemigos y otros más para angustiarlo. Querían acabar con él y sin embargo no pudieron. Dice la Palabra de Dios que ellos tropezaron y cayeron, es decir, no pudieron llegar a David, por eso él dijo: "Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado." ¿Tienes enemigos? ¿Hay angustias en ti? ¿Gente malvada te rodea? Así vivía David y no tuvo temor porque confió en Dios como su protector. Confía tu vida a Dios, pídele que El te rodee de su protección y te dé su paz.
En agradecimiento a la confianza y el cuidado de Dios, David pronuncia: "Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo." Así debe ser nuestra vida, Dios nos dará paz, confianza, libertad del temor y nosotros debemos desear ir a la casa de Dios, buscando en su templo, porque allí derrama Dios bendición, allí nos acercamos a Dios y Él a nosotros, tomamos nuevas fuerzas y aliento para vivir confiados y seguros en sus brazos.
"Porque Él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal; me ocultará en lo reservado de su morada; sobre una roca me pondrá en alto." No hay cosa mejor que ir a la iglesia, a la casa de Dios en el día del mal. El templo no es solo para ir contentos, para ir muy guapos; el templo de Dios nos recibe cuando todo va mal, con angustias, tristezas, dolores, podemos llegar a la casa de Dios. El cambiará nuestro llanto en gozo, nos dará esperanzas, sanará nuestras heridas, nos dará de su amor, enjugará nuestras lágrimas... ¿Deseas que el Todopoderoso, Creador del universo, se incline a ti y te llene de favores y misericordias?, ¿necesitas su ayuda? Ven a su santuario, Él te espera, hoy te está invitando.
"Luego levantará mi cabeza sobre mis enemigos que me rodean y yo sacrificaré en su tabernáculo sacrificios de júbilo; cantaré y entonaré alabanzas a Jehová." Aquí vemos el agradecimiento de David hacia Dios. David sabe que si Dios está con él, sus enemigos no podrán hacer nada contra él, porque Dios lo levantará y entonces él ya está listo para ir a la casa de Dios a cantar alabanzas, a entregarle su júbilo a Dios antes que a nadie. Si te das cuenta, amigo, en los problemas que tenemos, ir a la casa de Dios nos da nuevas fuerzas, y si estamos felices, también ir a la casa de Dios es lo mejor. Sea nuestro agradecimiento a Dios, nuestro reconocimiento a Su bondad, cantamos alabanzas en el templo porque grande es Su ayuda y Su cuidado con nosotros.
A continuación David expresa una oración. Primero pide a Dios que lo escuche: "Oye, oh Jehová, mi voz con que a ti clamo; ten misericordia de mí, y respóndeme. Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro. Tu rostro buscaré, oh Jehová." Tenemos que recordar que Dios es misericordioso y por eso nos escucha y nos responde. A Dios, como nuestro Padre, le gusta que le busquemos y Él quiere atendernos.
"No escondas tu rostro de mí. No apartes con ira a tu siervo; mi ayuda has sido. No me dejes ni me desampares, Dios de mi salvación. Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá." Con humildad debemos acercarnos a Dios pidiendo su perdón y misericordia. Aquí vemos cómo depende David de Dios. Dios debe ser nuestra primera necesidad, nuestra ayuda, nuestro anhelo, desear ardientemente Su presencia con nosotros en todo momento y vivir con la seguridad de que Dios nunca nos dejará. A veces puede ser que nos abandonen los amigos, familiares, que nos fallen las personas que nos rodean, pero Dios nunca nos va a fallar, nunca nos dejará caer ni nos abandonará. Él debe ser nuestra confianza y fortaleza.
"Enséñame, oh Jehová, tu camino, y guíame por senda de rectitud a causa de mis enemigos. No me entregues a la voluntad de mis enemigos; porque se han levantado contra mí testigos falsos, y los que respiran crueldad." Enemigos... ¡cómo duele tener enemigos!, mortifica, pero David nos da un buen consejo: si tienes enemigos cuida de andar rectamente. Dios te ayuda a lograrlo, Él es tu amigo, David sabe que tiene que pedirle a Dios su ayuda para andar rectamente; si no es recto tu camino, tus enemigos te observarán, te criticarán y pueden actuar contra ti, por eso David dice: "no me entregues a la voluntad de mis enemigos."
Ahora amigos, después de que David habla del temor que Dios le ha quitado, del hermoso refugio y consuelo que es la casa de Dios, del júbilo que lo lleva al santuario, la seguridad de la compañía de Dios y la maldad de los enemigos, termina David en un tono de alegría y gozo, hablando de la certeza de que aquí en la tierra, no solo en la vida eterna, gozaremos de la bondad de Jehová; por eso en Dios esperamos, cada día nos esforzamos y nos llenamos de aliento, ¡no tenemos que esperar la vida eterna para gozar las bendiciones de nuestro Dios! Aquí, este día Dios quiere darnos alegría y gozo con Él. "Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes. Aguarda a Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón; sí, espera a Jehová."

Ana María Ruiz

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