NAVIDAD NO ES UN PRETEXTO

>> miércoles, 10 de noviembre de 2010



Era la mañana del 1 de Enero, comenzaba un año para el cual Felipe había hecho muchos planes. Pero no podría llevarlos a cabo, porque había perdido su libertad. Su mente retrocedió hasta el día en que arruinó esos planes. Fue en Nochebuena, en que después de la cena familiar, se había ido con unos amigos a seguir "festejando" en un bar. Pero él ¿qué festejaba con sus amigos? Nada, el nacimiento de Jesús, los tenía sin cuidado, solo aprovechaban la fecha para tomar, como tantos otros lo hacen.

Al salir del bar, nadie estaba en condiciones de manejar, pero alguien tenía que hacerlo, así que lo echaron a la suerte y le tocó a Felipe. Las luces en las calles lo encandilaban, la cabeza le daba vueltas, los gritos de sus amigos lo ensordecían, no sabía por dónde iba. Solo sintió un golpe y gritos en la calle, mientras que sus amigos enmudecían. Después, todo fue como una pesadilla. Unas cuadras más adelante, se le cruzó una patrulla y unos policías lo sacaron del auto y lo esposaron. Lo subieron a la patrulla y se lo llevaron a la delegación. Todavía con los efectos del alcohol, Felipe pudo escuchar las palabras más terribles de parte del jefe de policía: "¡Usted acaba de matar a una familia completa, a causa de su ebriedad!" Esas palabras resonarían para siempre en su cabeza. En un par de minutos había echado a perder su vida.

Es muy triste que una persona en plena juventud, arruine su vida de tal manera, y de paso termine con la vida de otros seres humanos y deje a otros hundidos en el sufrimiento. Esto puede ocurrir en cualquier fecha del año, pero es más lamentable que ocurra en una fecha en que se recuerda el nacimiento de quien da la vida.

A aquel que usa la Navidad como pretexto para sumirse en el libertinaje, para ahogarse en alcohol y otros vicios, le digo: Aquel niño que nació en el pesebre de Belén, merece todo el respeto, todo el aprecio, todo el amor y todo el agradecimiento de la humanidad entera, porque ese pequeño niño, era Dios mismo, el que te dio la vida. No la desperdicies de esa manera. A ti parece no importarte el nacimiento de Jesús, pero tú a El si le importas, tanto, que vino a este mundo a dar su vida por ti.

Quizá no estás enterado de algo muy importante: Tú y todos los seres humanos somos pecadores y por lo tanto no tenemos derecho de ir al cielo. Nadie tiene ese derecho, por muy buena persona que sea, porque nadie es lo suficientemente bueno, como para estar al lado de Dios, ni tampoco porque pertenezca a una religión, porque ninguna religión salva, solo Jesús. Sí, Jesús, ese niño que nació en Belén, vino a darte la oportunidad de ir al cielo. Vino con sus manos y sus pies, dispuestos a ser traspasados por unos clavos por ti. Vino lleno de humildad y de amor, a servir, a bajar la cabeza para que pusieran una corona de filosas espinas en ella. Vino como manso cordero a dejarse matar por ti.

La Navidad, es una fecha para celebrar, pero es una fecha santa, en la que una sola palabra debe imperar en nuestra mente y corazón: ¡Gracias!... Gracias Dios porque pensaste en mí y enviaste a tu Hijo para que yo pueda alcanzar la vida eterna a tu lado. Voy a celebrar tu nacimiento Jesús, buscando agradarte, no voy a hacer nada que te pueda causar dolor, ya sufriste demasiado en la cruz por mí.

Angélica García Sch.

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