Poesía cristiana UNA NAVIDAD FELIZ
>> miércoles, 10 de noviembre de 2010
En una noche obscura, un pastor se lamentaba
por su pobreza, por el hambre y por el frio,
y con temblor y voz muy opacada,
su suerte maldijo con gran brío.
Sin pensarlo mucho, se decidió
salir a la intemperie y así morir;
el frio para el sería la muerte
y así dejaría de sufrir.
De repente el cielo se iluminó;
una estrella como guía apareció,
gran fila de gente caminaba
siguiendo todos aquella señal.
Aquel pastor ya no sintió frio,
se puso de pie y sin pensarlo,
siguió a la gente que cantaban,
alabando por algo que había pasado.
La luz de la estrella se detuvo
en un humilde y pequeño pesebre,
en él contemplaban a un niño
que ha este mundo había llegado.
La gente ante él se postraba
y lo adoraban todos con sus cantos
el pastor aquel, sintió tanta calma
que los gritos se confundieron con sus llantos.
Al haber observado y tocado a aquel niño,
sintió alegría y comprendió que la vida
se vive con fervor y ánimo,
dando gracias al Señor que aquí había nacido.
Adoremos al Señor, que es la vida,
Adoremos al Señor con gran fervor,
Adoremos al Señor con alegría,
en estas fechas por su nacimiento con amor.
Amén.
Oswaldo Meza
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